A raíz de la pandemia del COVID-19 la producción de cubrebocas subió como nunca y de todos los materiales, formas y colores. Los encontramos disponibles en puestos callejeros así como en establecimientos formales y de todos los rubros.
En México y concretamente en Puebla y Tehuacán las maquiladoras han atendido demanda de hasta cinco millones de piezas a la semana, tanto al mercado nacional como internacional, según la cámara de la industria del vestido de la región. En 2020 China fue el principal productor de cubrebocas en el planeta con 2 millones diarios que resultaron insuficientes para el propio país y fuera de este, con base en la Organización Mundial del Comercio.
No obstante, la proliferación de cubrebocas se ha visto como forma de contaminación porque miles de ellos son arrojados diariamente a la basura y no se sabe cómo destruirlos.
Así, la producción y uso de cubrebocas no tiene fecha de término. La nueva variante del COVID, Ómicron, se transmite a través de gotas de saliva o aerosoles que salen de la boca o se la nariz infectada por lo que la Organización Mundial de la Salud recomienda continuar su uso. Tenemos que seguir con el cubrebocas; cuidémonos del COVID.