El presidente de la república reaccionó al reportaje de la agencia Latinus y el periodista Carlos Loret de Mola sobre el tren de vida que lleva su hijo mayor en Estados Unidos. Dijo que en este gobierno sus hijos no tienen influencia; que no se le da contrato a ningún recomendado y que en el asunto del matrimonio del hijo en cuestión la que, al parecer, tiene dinero es la esposa.
Los dichos del mandatario no convencieron porque nuevamente con sus solas afirmaciones pretendió acallar un presunto conflicto de interés. En segundo lugar, debido a que lo visto y conocido de su hijo no va contra la política de austeridad que se promueve y en tercer lugar que no desmintió el contenido del reportaje y en su lugar se le llamó mercenario al periodista.
Lo que sí logró el jefe del Ejecutivo federal es que su hijo quedara como mantenido por su mujer; que ignora o encubre los recursos en propiedad de la esposa y que no está dispuesto a que se cuestione o se someta a investigación a su familia.
Como ha ocurrido otras veces, el presidente sentenció que se le pretende comparar con sus antecesores y de manera concreta con Peña Nieto y la Casa Blanca y que no es así.
Valdría la pena escuchar más argumentos y pruebas. Que se refutara la realidad con sustento. Decir qué hace su hijo; aceptar que se puede vivir plácidamente y reconocer que se equivoca en ocasiones. Pero en su lugar responde con otro error y una ilusión.