En el Ártico, los inuit, conocidos popularmente como esquimales, están muy bien adaptados al frío intenso y a una dieta predominantemente marina. Después del primer análisis genómico de la población de los inuit de Groenlandia, cuyos resultados se presentaron públicamente en 2015, los científicos han examinado más minuciosamente una región del genoma que contiene dos genes en particular.
Se cree que dicha región es esencial para la adaptación al frío al generar calor a través de un tipo de grasa corporal específico, y ya se la consideraba previamente una candidata para explicar la adaptación de los inuit al hostil clima ártico.
Ahora el equipo del biólogo computacional Fernando Racimo, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, ha rastreado los orígenes de tales adaptaciones de los inuit.
Para realizar el estudio, usaron los datos genómicos procedentes de casi 200 inuit de Groenlandia y los compararon con los del Proyecto 1000 Genomas y con ADN de neandertales y denisovanos, los grupos más próximos al ser humano anatómicamente moderno y extintos desde hace miles de años. Los resultados proporcionan pruebas convincentes de que la variante inuit de la región TBX15/WARS2 apareció por primera vez en humanos anatómicamente modernos procedente de una población homínida arcaica, probablemente muy emparentada con los denisovanos.
La secuencia de ADN inuit en esta región coincide muy bien con la del genoma denisovano, y está muy diferenciada de otras secuencias de humanos actuales, aunque los autores del estudio no pueden descartar la posibilidad de que la variante fuera introducida desde otro grupo arcaico cuyos genomas no hayan sido aún estudiados.
Racimo y sus colegas hallaron que la variante está presente en una frecuencia de baja a intermedia a lo largo de Eurasia, y con una frecuencia especialmente alta en las poblaciones de gente inuit y en las de nativos americanos, pero casi ausente en África. Se sabe que el TBX15 es un gen que afecta a la respuesta del cuerpo humano ante el frío, y que está asociado con una serie de rasgos relacionados con la distribución de la grasa corporal. Los autores del nuevo estudio especulan con que la variante arcaica pudo beneficiar de manera decisiva a los humanos anatómicamente modernos durante su expansión a través de Siberia y Beringia, hacia América.