¿Tienden los niños a convertirse en una especie de Robín de los bosques, que roba a los ricos para dárselo a los pobres, cuanto más crecen? Según la edad, no comparten los recursos de la misma forma entre un individuo dominante y otro subordinado. Una tendencia a la equiparación se desarrolla y se acentúa entre los 5 y los 8 años de edad.
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Este resultado, obtenido por investigadores franceses, permite comprender mejor el nacimiento de la noción de igualdad social y del sentido de la justicia en los seres humanos. La investigación se ha publicado en la revista Developmental Psychology, según informa el CNRS en un comunicado.
Las relaciones jerárquicas constituyen una característica de nuestra vida social. El niño detecta muy pronto la diferencia entre un individuo dominante y un individuo subordinado. Pero, ¿cómo reacciona ante una asimetría jerárquica? ¿Favorecerá al dominante y así preservará el statu quo? ¿O por el contrario apoyará al subordinado y propiciará una forma de igualdad? ¿Cómo evolucionan estas tomas de posición en la infancia?
Los investigadores han examinado las premisas de este posicionamiento político en niños de edades comprendidas entre los 3 y los 8 años gracias a dos experiencias: una de compartir recursos, y otra experiencia de distribución de recursos.
En la primera experiencia, los investigadores pidieron a 173 niños ver una obra de teatro interpretada por dos marionetas. Una de ellas imponía sistemáticamente sus juegos a la otra y los niños reconocieron inmediatamente quién era el jefe. Entonces, los investigadores dieron a uno de los niños un trozo grande de chocolate y un trozo pequeño de chocolate y observaron a cuál de las dos marionetas le daba cada niño el chocolate grande.
Entre los 3 y los 4 años, una gran mayoría de los niños apoyaba a la marioneta dominante dándole el trozo grande de chocolate. A los 5 años, esta tendencia desaparece para invertirse completamente a los 8 años. A esta edad, la casi totalidad de los niños ayudaban a la marioneta subordinada.
Los especialistas han llamado a la segunda experiencia “Paradigma de Robín de los Bosques”. Los niños (132) debían mirar una escena en la que había tres personajes, de los cuales uno decía ser el jefe, jugando en un parque. A continuación, el jefe y uno de los subordinados recibían tres trozos de chocolate, mientras que el segundo subordinado recibía solo un trozo.
Entonces, el investigador pedía a uno de los niños que quitara un trozo de chocolate a los dos personajes más ricos para dárselo al más pobre. El mismo efecto que en la primera experiencia se reprodujo entonces: los más pequeños protegen los recursos del individuo dominante, mientras que los mayores ayudan al que menos ha recibido.