De acuerdo a la Trabajadora Social, María de Lourdes Ocaña Amado, una vez que en un núcleo familiar, uno de los integrantes, como puede ser el papá, la mamá, algún hermano o primo, llega, por cualquier circunstancia, a ser víctima de homicidio doloso o muere de forma trágica en algún accidente, los adolescentes, principalmente, crean mucha rabia y odio hacia las autoridades, al tiempo en que quedan resentidos con la sociedad.

“Y como estamos viendo el incremento de la delincuencia en todo el país, estamos haciendo bombas de tiempo en familia, porque ya también son muchos los desaparecidos. El más vulnerable es el adolescente, porque si apenas está definiendo en la vida quien es, a que vino a este mundo y encima le quitan de manera dolorosa y sorpresiva a su familia y no se sabe cuánto apego hay con la persona fallecida, pues le es más difícil, porque se pueden quedar mucho tiempo en la ira, muchos jóvenes no lloran, pero se vuelven más rebeldes, se enojan, retan a los padres, retan a los maestros, retan a la autoridad, porque apenas se están integrando como seres humanos y se empiezan a identificar con su padre o madre o con la persona a la que le ponen una carga emocional, y si se la quitan de forma violenta se enojan más, es lo que hacen los adolescentes y son la parte vulnerable de la sociedad”, detalló la especialista.
Ahondó Ocaña Amado, que en algunos de los integrantes de una familia, se agudiza el dolor por su ser querido, cuando éste, además de haber sido asesinado, fue torturado, desmembrado o quemado.
“Si se tiene mucho apego, porque era un padre con quien la familia se identificaba muy bien y saber cómo lo encuentran, es más doloroso, porque se empiezan a preguntar, ¿qué hizo mi papá?, ¿qué hizo mi primo?, o ¿qué hizo mi hermano para que le hicieran eso y su muerte fuera tan severa?, y esa parte es la que cuesta más trabajo digerir, que entendamos que, a veces llega el momento en que al cuerpo llega tanto el dolor, que es como si se adormeciera y ya no se siente y eso atormenta a los niños y adolescentes y a veces a los adultos”, explicó.
Finalizó María de Lourdes Ocaña Amado, profesionista en Trabajo Social, que el duelo ante cualquier tipo de muerte de un familiar o allegado, puede durar entre uno y dos años, sin embargo, advirtió, ante el fallecimiento trágico de algún familiar, se puede crear un duelo patológico que perdura toda la vida de la persona, por lo cual, recomienda acudir con un profesional de la salud, como puede ser un psicólogo o psiquiatra, para que vayan desapareciendo esos factores de shock, tristeza, rabia, resentimiento e impotencia.