Este fin de semana se conmemorará el Día Internacional de la Planificación Familiar y en ello se busca que haya más acceso a métodos anticonceptivos modernos para evitar embarazos y que exista una decisión autónoma de cuándo y cuántos hijos tener en lo que participen activamente las mujeres. Pero aquí viene el dilema porque hay sectores y grupos que se oponen a la planificación familiar por diversas razones, que pueden ser de carácter religioso, cultural, político o ideológico como la iglesia Católica y demás denominaciones cristianas y evangélicas, grupos conservadores y de pro-vida. De hecho, hay una oposición a que las parejas de hoy en día opten por una mascota en lugar de hijos porque se considera que casarse y tener hijos es parte de un ciclo de vida «normal» y “esencial de la vida”, y, por el contrario, se atiende a una elección egoísta basada en la preferencia personal por la libertad, el tiempo y los recursos financieros.
En esta línea, se deja de lado que la decisión de tener hijos sea personal desde la capacidad para cubrir los gastos asociados con la crianza, como alimentación, vivienda, educación y atención médica; que no se tiene estabilidad laboral, salud física y mental, calidad en la relación de pareja, objetivos personales y profesionales. Aunque duela o nos cueste aceptarlo, es indispensable respetar los puntos de vista de los demás pues cada persona tiene el derecho a tomar decisiones sobre su propia vida, en esto si desea tener hijos o no, hay situaciones y necesidades particulares, valores, creencias y prioridades. En otras palabras cada cual tiene su propio camino y razones válidas para sus decisiones.
