La lucha contra la corrupción es la batalla más importante que se debe emprender en México para recuperar la confianza de la población, aseveró el Auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón.
Planteó que «un México mejor sólo puede imaginarse en la democracia, en la rendición de cuentas de los Poderes y de los servidores públicos de todos los gobiernos, en el fortalecimiento de sus instituciones y en el respeto a la ley y al Estado de Derecho».
González de Aragón expuso que ninguno de los problemas a los que se enfrentan las instituciones, la democracia y el país es tan grave como el de la falta de observancia de la ley.
El funcionario dictó una conferencia magistral durante el acto en el que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) firmó un acuerdo con el director general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Enrique Villa Rivera, para promover la cultura de la transparencia, la rendición de cuentas y la fiscalización superior.
En ese marco estableció que «la corrupción y la impunidad en el país han sido elementos inherentes a una cultura patrimonialista que impiden el proceso de transición de una democracia electoral a una democracia representativa y participativa».
Mencionó que el combate a la corrupción es una lucha por la ética y moral que debe imperar en todos los ámbitos de la gestión pública y de la sociedad en su conjunto.
El auditor superior de la Federación externó que la sociedad demanda que el orden jurídico que la rige sea universal y se apoye en leyes que se apliquen de manera justa e imparcial.
«Para gobernar no sólo se requiere del ejercicio del poder, sino también de aplicarlo con autoridad moral», subrayó.
Destacó que la moral pública está estrechamente vinculada con el Estado de derecho, con la convicción y la conciencia del deber ser y con la igualdad y la justicia de la acción gubernamental.
En su oportunidad Villa Rivera llamó a cerrar filas en torno a los principios legales, los valores morales y la institucionalidad en todos los órdenes de la vida nacional.
Señaló que un rasgo distintivo de la democracia es tener una cultura nacional sólida en la que gobernantes y funcionarios públicos, mediante un esquema de compromiso obligado, informen de forma veraz, clara y oportuna a la sociedad sobre el uso de los recursos que ésta les delega para el cumplimiento de sus funciones.
«Sin transparencia, sin acceso a la información y sin rendición de cuentas no es posible que prospere la democracia», remarcó Villa Rivera