Ahora resulta que el PRI es un partido bien democrático.
Que el dedazo no es lo suyo y menos si se trata de elegir a un dirigente nacional.
Lo digo porque he leído a decenas de priistas quejarse de la elección de Enrique Ocoa Reza como dirigente nacional del partidazo.
El que no ha cuestionado su militancia, ha criticado su origen, su pedigrí, su decisión de subir las tarifas de la luz y hasta la forma en la que fue seleccionado.
Antiguos —que no viejos— militantes del PRI han sido quienes han manifestado su descontento con Ochoa Reza y todo el proceso que lo llevó a convertirse en la cabeza del PRI. Y no han faltado los cuestionamientos a la cultura del privilegio, tan profundamenta arraigada en el tricolor.
Pero tal parece que olvidan que por décadas el PRI ha elegido así a sus dirigentes nacionales y locales: por la vía del dedazo. El jefe político en turno, en este caso el presidente de la reública, Enrique Peña Nieto, decidió que sería Enrique Ochoa el elegido y lo demás es historia.
¿De dónde sacan que el PRI es democrático al elegir a sus dirigentes? Quienes alguna vez se han opuesto a los dictados del “primer priista” han terminado en el ostracismo. ¿O no?
No entiendo la molestia o la sorpresa.
¿Les suena la cargada? Conocen la historia de su partido y sus prácticas. No se hagan los ingenuos.