A cualquiera que le preguntes quién cree que va a ganar la elección, va a responder Andrés Manuel López Obrador.
Aunque eso no significa que le guste la idea. Porque López Obrador tiene muchos detractores. Pero aún en los casos de personas a las que no convence en lo más mínimo el candidato presidencial de Morena, ya está plantada la ide cierta de que después de 18 años de su primera campaña presidencial, el tabasqueño está a un paso de ganar la presidencia.
Y sin embargo, hay quien expresa su duda sobre si se respetará el eventual triunfo de López Obrador. Eventual, porque no hay nada escrito. Hay quien se pregunta si el sistema tiene algo preparado para detener al que parece imbatible candidato.
A eso que denominamos “el sistema”, los mexicanos le tenemos una especie de temor y veneración. Especialmente esos mexicanos que vivimos nuestra niñez, juventud o adultez durante los setentas y ochentas, creemos que “el sistema” es imbatible, omnipotente e infalible.
Por eso es que surge la duda sobre si se respetaría un posible triunfo del principal candidato opositor.
Se trata de una duda natural. México ha vivido muchos episodios de fraudes electorales.
Pese a que es irresponsable dar por hecho que López Obrador esté destinado a ganar, sí es responsable decir que hoy más que nunca las instituciones electorales están suficientemente vigiladas, y los ciudadanos que las integran han actuado con vocación democrática.
No sabemos sin ganará López Obrador. Pero sí tenemos que saber que “el sistema” tiene el deber de mostrar que la democracia en México existe. Que se respeta y reconoce el triunfo de cualquiera.