Lo que más me gustó de la reaprehensión de El Chapo Guzmán fue que los funcionarios gubernamentales que se refirieron al caso —salvo alguna excepción, que nunca falta—, utilizaron la palabra delincuente o sus sinónimos para referirse al narcotraficante capturado.
Guzmán Loera ha sido procesado y sentenciado por la comisión de varios delitos y es, sin duda, un delincuente.
Así que la referencia utilizada por los funcionarios públicos fue correcta.
En cambio, no faltaron los periodistas, opinólogos, analistas, expertos, comentaristas, locutores, conductores o artistas —y público en general— que utilizaron otras palabras para referirse al citado Joaquín Guzmán Loera. Por ejemplo: líder. Y otras por el estilo, que personalmente me parece que si bien describen su condición frente a un grupo delictivo, tienden a generar una idea positiva sobre algo que no lo es. Capo, en cambio, describe correctamente la condición negativa de quien se hace referencia. Líder me sugiere otras connotaciones.
El asunto es que en busca de sinónimos, palabras grandilocuentes o expresiones que hablen bien del léxico de quien las usa, se ha caído en el exceso. Un criminal es un criminal, pero a veces algunas palabras diluyen lo negativo de sus actos.
Nomás falta que los periodistas, opinólogos, analistas, expertos, comentaristas, locutores, conductores o artistas aparezcan con las camisas del Chapo —esas que ya empezó a promover la marca fabricante—. Como alguna vez ocurrió con las playeras de La Barbie.