Remesas: esfuerzo, negligencia e incapacidad

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Un logro recurrente que se ha adjudicado la presente administración federal es las remesas que envían de Estados Unidos los mexicanos radicados allá. Son ganancias que obtienen del trabajo que realizan ya sea en la manufactura, el transporte y los traslados de materiales de construcción así como mantenimiento y servicios.

Los connacionales reciben en promedio siete dólares con 25 centavos la hora, equivalentes a 145 pesos en cifras cerradas que, si se multiplican por ocho horas diarias resultan en alrededor de mil cien pesos. Sin embargo, en la Unión Americana cada estado tiene sus propias leyes para determinar el aumento al salario mínimo; en Washington es el más alto con 15.20 dólares.

De las ganancias que obtienen hay que quitarle dinero para pagar la vivienda, la alimentación, el transporte y las compras hormiga y luego de ahí se manda el dinero sobrante a México. Lo cierto es que, en todos los casos la lleva difícil el migrante porque le pagan lo suficiente, se limita en los gastos personales y está lejos de su familia y conocidos. Y obviamente emigró porque en México no recibiría esa paga.

Así que para el gobierno de la república es muy cómodo hablar de las remesas que mandan los paisanos a sus familias sin escatimar en lo que representa para ellos empezando por dejar su patria, sus tradiciones y costumbres y hábitos tan sencillos pero trascendentes como la comida y que se fueron por falta de oportunidades. Las remesas son el resultado del esfuerzo de los mexicanos en el exterior y la negligencia e incapacidad del gobierno para promover la generación de empleos y políticas públicas de apoyo.

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