A punto de cumplirse un mes en la administración del gobernador Alfredo del Mazo Maza empiezan a aflorar las diferencias que los integrantes del gabinete tienen entre sí, con parte del equipo de trabajo que les asignaron y hasta con algunas decisiones del jefe del Ejecutivo del estado.
La integración de los equipos no ha sido responsabilidad exclusiva de los integrantes del gabinete, salvo casos muy específicos en los que el gobernador Del Mazo tiene confianza absoluta en sus colaboradores. Así que la mayoría ha tenido que apechugar con la presencia de subsecretarios o directores y hasta subdirectores que han sido designados desde el primer círculo del Ejecutivo mexiquense. Pero otros han intentado hacer valer su relación con Del Mazo Maza para ponerle el pie a las designaciones.
Un caso es el de la Secretaría de Salud, a cargo de Gabriel O’Shea.
Ahí, además de la malhadada herencia de César Nomar Gómez Monge, incluyendo los pendientes que tenía con la anterior oficina de O’Shea Cuevas, ha habido algunos nombramientos y decisiones que, para decirlo claramente, le cayeron mal al oftalmólogo.
Pero que no es el único caso en el que ha habido reticencia de algunos miembros del gabinete de colaborar con algunos de sus subordinados. Especialmente cuando se trata de las áreas administrativas o financieras. Con una cierta dosis de puerilidad, aunque sin llegar al berrinche.
La urgencia de atender la emergencia de los sismos ha impedido que Del Mazo Maza se encargue de que sus remisos colaboradores acepten sus determinaciones. Al tiempo.