Apple ha eliminado unas 25 mil aplicaciones según datos de la propia compañía de la App Store en China, uno de los terrenos más conflictivos a los que está teniendo que hacer frente la compañía durante los últimos tiempos en los mercados internacionales.
Una acción que llega después de que diferentes medios controlados por el Gobierno del país hayan acusado a la compañía de no estar cumpliendo con la regulación pertinente.
Esta es la razón, de hecho, que da Apple para justificar la retirada de unas aplicaciones que estarían relacionadas, en su amplia mayoría, con el juego, las apuestas, los sorteos y actividades de índole similar.
Apegarse en las normas estatales es imperativo para mantener la presencia efectiva en el país, y este es solo un ejemplo más del poder que tiene la censura en China para conducir las acciones de unas u otras empresas multinacionales.
China es, por volumen, uno de los países de enorme relevancia para diversas compañías, entre las que se encuentra una Apple que no puede permitirse el lujo de no contar con presencia en el territorio.
Así, ya hemos visto en el pasado a la empresa liderada por Tim Cook agachar la cabeza tras determinados requerimientos por parte de los órganos de gobierno, derivando entonces en la retirada de diferentes servicios VPN que permitían acceder a páginas web y plataformas con contenido censurado por el Gobierno.
Recientemente hemos tenido conocimiento de otro ejemplo muy claro de esta situación, con Google desarrollando un motor de búsqueda censurado para poder ser utilizado de manera específica en China.
La tecnológica no cuenta allí con presencia en este ámbito desde que en 2010 decidiera abandonar el mercado por, precisamente, no estar de acuerdo con las leyes de prohibición y veto interpuestas por el Gobierno.
Ahora la nueva acción por parte de Apple llega en un momento de remarcada tensión entre Estados Unidos y China, con una guerra comercial aún por decidir que podría contar con serias implicaciones para el futuro de las empresas norteamericanas en el mercado asiático.
La pregunta es si las grandes tecnológicas extranjeras pueden hacer algo para evitarlo y, de ser así, cuánto estarían dispuestas a sacrificar por ello.