El retrato hablado de la presunta agresora de la niña Fátima en la capital del país no se parece en nada a la mujer que fue aprehendida. Esto nos recuerda que el retrato convencional, que es elaborado a partir de la descripción de víctimas o testigos, todavía no está resuelto o que, quien o quienes lo hicieron presentan fallas en su trabajo. Esta situación en poco o nada ayuda para la identificación y localización de agresores y por el contrario, solo causa confusión y retraso en la investigación entre los individuos que pueden proporcionar información sobre los casos de búsqueda, extravío o paradero de personas desconocidas.
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Se supone que el retrato hablado parte de la aportación de rasgos fisionómicos y cada vez más se usan programas de cómputo para hacer las labores de construcción. ¿Qué pasará entonces en cuanto a la efectividad de los retratos hablados que al menos realiza la Fiscalía General de la República y que son del orden de mil 400 al año, según sus propias cifras?
El retrato hablado es una herramienta de investigación vigente desde finales del siglo XIX y su autor fue un criminalista francés de nombre Alphonse Bertillon.
