Se nos va el tren

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Cada vez veo más lejos el tren México-Toluca. No es que padezca miopía, es que poquito a poco se nos ha ido desinflando la esperanza de tener un tren entre las urbes conocidas como “la tacita de plata” y “la ciudad de los palacios”.

Todavía recuerdo cuando en su calidad de presidente de la república Enrique Peña Nieto, del que todos los mexiquenses —o casi todos, para no embarrar a quienes quieran pintar su raya— estábamos orgullosos, anunció el proyecto, y Gerardo Ruiz Esparza, otro hijo de las tierra mexiquense, puso en marcha las obras a mediados de julio de 2014, con la promesa de que estaría terminadas en tres años.

Se nos hinchaba el pecho de orgullo nomás de pensar en que no habría otra ciudad en el país que contara con un sistema de movilidad de esta naturaleza. Qué ufanos estábamos.

Cuando llegaron las máquinas y los vagones allá por mayo de 2017 nuestras esperanzas estaban intactas. Y estuvieron así, hasta que llego la fecha establecida y el tren seguía medias.

Rosa de Guadalupe en ristre, esperábamos a que se hiciera el milagro. Que no se hizo, aunque todavía en septiembre de 2019 —dos años después de la fecha prevista para su culminación— Ruiz Esparza tuvo el descaro de decir que en 2019 el tren estaría listo:

“En enero de 2019 estará en pruebas desde Zinacantepec hasta Santa Fe, la parte de Observatorio tendrá que esperar, pero es una parte que podrá ponerse en pruebas operativas”, afirmó El Fiurer —así lo apodan sus cuates, no es cosa mía— a sabiendas que había tramos sin construir y sin posibilidades de concluirse en el periodo previsto. Puro atole con el dedo.

En pocas palabras: nos vieron la cara. Bueno, a los ilusos que como el arriba firmante confiaban candorosos en las (huecas) palabras de nuestros altos funcionarios. Porque el tren México-Toluca pinta de cuerpo entero a la anterior administración federal: oropel, altas expectativas, planes grandilocuentes, decepciones, descalabros, corrupción a lo grande.

De un presupuesto original de 38 mil millones de pesos, llegará a los 90 mil millones, a razón de mil 500 millones de pesos por kilómetro.

Claro eso será cuando se termine la obra, que el arriba firmante calcula que será cuando los astros se alineen, cuando San Juan baje el dedo, cuando el Cruz Azul sea campeón de liga o cuando el Sol salga al revés. Lo que suceda primero.

O por allá de 2022, si se cumple lo que calcula el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ahora que estuvo en Valle de Bravo tuvo a bien avisarnos que la obra se va a terminar porque ya se gastó una lanota, que se necesita más marmaja para terminar la obra, pero que se cansa ganso [Traducción de la Redacción: se trata de un enredo del autor que quiere decir que la obra se va a terminar, aunque vaya a costar más dinero].

Sólo queda esperar e implorar para que que no lleguemos al escenario planteado por el filósofo Cuco Sánchez: que se nos vaya el tren.

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