Sin digerir

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Decenas de priistas y simpatizantes del tricolor siguen sin digerir la derrota del 1 de julio.

Apenas el presidente electo Andrés Manuel López Obrador dice cosas como que no va a poder cumplir con “todo lo demandado” —pero afirma que sí con todas sus promesas de campaña—, se les alborota el resentimiento y salen a mostrar su indignación.

O Alfonso Romo, futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, afirma que las gasolinas se van a quedar con estan y se lanzan a decir que es la primera de las promesas incumplidas.

También aprovechan que los diputados y senadores discuten sobre si comprar galletitas y café, para explotar en contra de Morena.

De diciembre en adelante seguro estoy de que serán los mayores vigilantes del Poder Ejecutivo federal. Si desde antes de que López Obrador ejerza el poder, le cuelgan milagritos —como la liberación de Elba Esther Gordillo—, me quiero imaginar que cualquier extravío, tropezón o yerro de su gobierno, será un escándalo de proporciones universales.

Si ahora quienes tienen una resposabilidad pública dedican parte de su tiempo y esfuerzo a poner en evidencia a quien derrotó al PRI, lo harán mucho más frecuentemente si se quedan sin chamba, como es previsible.

Tengo por incógnita si en su resquemor desean que la próxima administración federal fracase. Porque lo que sí se ve es que están ardidos. Todavía,

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