Son rastros municipales fuentes de riesgos microbiológicos y hasta toxicológicos

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Los rastros municipales que no cuentan con una planta tratadora de aguas residuales, ni con una disposición final de sus residuos sólidos que se van a los drenajes o canales a cielo abierto, pueden generar riesgos microbiológicos y hasta toxicológicos hacia la población cercana.

Rastro municipal de Ixtlahuaca (Foto: Especial).

Y es que no se sabe a dónde va a parar la sangre de los animales sacrificados para consumo humano y menos, donde quedan las viseras de los mismos y demás restos como huesos o saleas.

La maestra en Estudios Urbanos y Regionales, Luz María Gómez Ordoñez, ejemplificó que, si bien el viejo rastro de Toluca sigue funcionando, éste tiene un problema de contaminación y los poblados otomíes más afectados son San Andrés Cuexcontitlán y San Cristóbal Huichochitlán.

Ya que se vierten sus residuos en los canales y muchos de estos están a cielo abierto, por lo que a simple vista, se tiene una agua roja y pestilente. En principio dijo, es una contaminación del suelo, del afluente y de la corriente superficial, que en este caso sería un ramal del río Verdiguel, que conduce sus aguas negras al río Lerma.

Otro problema y reto para las autoridades municipales y estatal, son los rastros de traspatio que hay en los pequeños poblados, donde no existe ningún tipo de control, ni las mínimas medidas sanitarias, incluso, los animales son sacrificados en la vía pública, por consecuente, los riesgos para la población aumentan, pues todos los desechos se van al drenaje o a canales a cielo abierto.

Agregó la también licenciada en Humanidades, que,  actualmente, los 64 rastros municipales existentes, son insuficientes para cubrir la demanda de los 125 municipios, en los que habitan más de 17 millones de personas, por lo que sugirió a las autoridades, desarrollar rastros regionales, uno en la zona de Tejupilco, otro al norte, en Atlacomulco, uno más en el oriente, en Ecatepec, otro en Tecámac o Amecameca, en la región de los volcanes y en Cuautitlán Izcalli, en la zona del Valle de México, así como modernizar el de Toluca.

Pero lo principal, es que exista “voluntad política para ponerse de acuerdo en los rastros de primer mundo, que tengan todas las características de infraestructura, una planta de tratamiento y sobre todo, agua potable de excelente calidad”, indicó.

Explicó la maestra en estudios Urbanos y Regionales, Luz María Gómez Ordoñez, que para desarrollar un rastro, se toma en cuenta el número de habitantes al que beneficiará en la zona, que cuente con sus permisos municipales, su registro y la aprobación de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

Así como “su infraestructura funcionando adecuadamente, como zonas cerradas, zonas secas y zonas húmedas, cámaras con temperatura adecuada para que la carne no se contamine ni se eche a perder y agua potable”.

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