Soy un analfabeta

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Confieso que soy un analfabeta cuando se trata de los famosos emoticones o emojis, esos signos que enviamos a destajo desde que se inventó la mensajería instantánea vía internet. Llámese messenger, whatsapp, telegram, snapchat o como se llame.

Soy un incapaz cuando se trata de desentrañar el misterio de los populares símbolos. No soy capaz de descifrar el significado de las docenas de caritas, apenas distingo con facilidad que el pulgar hacia arriba es un signo positivo, y desde luego que en el resto me pierdo en la más completa incomprensión, anque haya algunos que sean suficientemente claros, como la sandía, la bola de billar o la ambulancia.

Pero, ¿qué me dicen del hongo?, que algunos me aseguran que es un champiñón y yo estoy seguro que se trata de un ejemplar de Amanita muscaria, que todos aquellos que hayan tenido curiosodad por el mundo de la micología saben perfectamente que es tóxico, psicotrópico y hasta venenoso. O qué me dicen del significado de los jarrones que parecen urnas funerarias. Y de los distintos tipos de estrellas, unas fulgurantes y otras no.

He sabido incluso que hay combinaciones de las figuras de marras que tienen significados específicos. Pero repito que soy la incomprensión andante. Sin olvidar que dependiendo de la persona que consultes, los signos adquieren distintos significados.

Por eso suplicaría que se hiciera una convención internacional de la que salga una especie de edición de criterios mundialmente aceptados de los emoticones. Juro que sería de los primeros en comprarlo.

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