¿Cuál es la realidad que les espera a cientos de migrantes que viajan a Tijuana con el deseo de entrar a Estados Unidos y lograr el sueño americano?
Una realidad muy por debajo de sus expectativas porque esta frontera está vigilada ya no solo por policías mexicanos y estadounidenses sino por un sistema de seguridad de audio y video que opera las 24 horas del día.
Los estadounidenses han convertido en una obsesión la seguridad nacional al grado de que en las calles y establecimientos públicos y privados hay cámaras de vigilancia.
Aquella frase de que nos están vigilado es real y se siente incluso en los desplazamientos que realizas.
A los que vienen a Tijuana esperando cruzar a Estados Unidos sin papales, papeles falsos, modificados o mal usados les espera, no el sueño americano sino el sueño de Tijuana.
Y el de Tijuana más que un sueño parece pesadilla. Esta ciudad es símbolo de amargura de los deportados y de la mendicidad de los migrantes que terminan por establecerse en ella.
