Durante una plática con amigos, pareja, colegas, ¿cuántas veces se toma el celular para revisarlo?, ¿se logra dejarlo sobre la mesa inmediatamente después o se vuelve un distractor?, ¿a cuántos les ha pasado esta situación donde alguien simplemente no hace caso por estar totalmente sumergido en el aparato?
La tecnología hoy es parte de la vida diaria, de hecho, un estudio realizado por WhistleOut revela que una persona pasa 76,500 horas en su celular a lo largo de su vida, lo que equivale a casi nueve años.
Pero todo exceso trae consecuencias negativas, en ese sentido, hoy se habla del tecnoestrés, que Erika Villavicencio-Ayub, directora de Latinoamérica en la Consultoría DserOrganizacional, define de manera sencilla como el estrés derivado del uso de dispositivos tecnológicos.
No obstante, de manera más científica, se refiere a un efecto psicosocial negativo, esto es trastornos que dañan la salud. “El Tecnoéstres está derivado de un uso desadaptativo de la tecnología; es decir, que no se está generando una adaptación efectiva y, por lo tanto, se generan problemas diversos”.
La también investigadora y académica en salud mental y gestión estratégica de Recursos Humanos en la UNAM explica que, al igual que en el estrés perse, cada persona asimila o somatiza de manera diferente esta situación.
Erika Villavicencio-Ayub es pionera en Latinoamérica en el estudio del fenómeno del Tecnoestrés y expone que si bien la forma en que reaccionará cada persona a él dependerá de su entorno, algunos síntomas comunes son:
- Problemas de memoria y concentración
- Problemas para comunicarse por el abuso de la Tecnologías de la Información y Comunicación
- Se reducen de manera significativa las habilidades de comunicación tanto en persona como escrita
- Irritabilidad, afectaciones psicológicas como depresión, ansiedad, y estrés en general
- Hay problemas de hábitos, por ejemplo, se alteran los ciclos de sueño, lo que provoca poco descanso y eso tiene afectaciones a largo plazo
- Casos de ecolalia y ecopraxia, es decir, que se hable dormido o que se hagan movimientos como si estuvieras manipulando el celular
- La alimentación también se ve afectada hay personas que se saltan horarios de comida o comen de más
Todos estos efectos del tecnoestrés tienen impactos negativos en todos los ámbitos de la vida de la persona que lo sufre, incluso, en el desempeño general de sus actividades laborales, comenta Erika Villavicencio-Ayub.
“Se cometen más errores porque hay distracción, falta de memoria. La sobresaturación que tienen estos estímulos en el cerebro provoca que no descanse, que se mande un correo sin el archivo que debíamos mandar. Todo ello, provocado por el estrés tecnológico”, refiere la investigadora.
La cantidad de información que hoy se tiene que procesar es un factor que acentúa este tecnoestrés: los correos electrónicos, la mensajería instantánea, las distintas tareas digitales que se tienen que realizar, agregado a todos factores anteriores, de alimentación, comunicación, se convierte en una gran sobreestimulación.
“Todo esto va afectado la capacidad de respuesta, porque ya me está costando concentrarme, recordar, tomar una decisión. Existe, incluso una disminución en las habilidades de comunicación que a veces generan conflictos por contestar de manera inadecuada el chat del trabajo, el correo del compañero”, explica la investigadora.
En ese sentido, todos estos factores desencadenan incluso enfermedades o accidentes que provocan ausentismo de los trabajadores, uno de los grandes problemas en las organizaciones.
Pero eso no es todo. La cultura laboral actual también genera tecnoestrés, ya que hoy conviven varias generaciones en el lugar de trabajo, y muchos lideres no saben lidiar con la tecnología.
“¿Quién es mejor trabajador, el que contesta primero el correo que se envía, aunque sea a deshoras o el que se espera a que sean los horarios de trabajo?, ¿quién es más responsable el que contesta a un mensaje en el chat, aunque ya sea noche, o el que se espera a las horas de oficina?”, refiere Erika Villavicencio-Ayub.
En ese sentido, la especialista establece que estas conductas reflejan mucho de la cultura laboral, y generan tecnoestrés, porque no se está dando ese espacio para la desconexión digital efectiva que, hoy incluso, ya es un derecho.
Si bien el tecnoestrés es el término más popularizado, engloba diversos trastornos asociados al uso de la tecnología. La directora de DserOrganizacional para Latinoamérica comparte los diversos tipos de tecnoestrés:
- Tecnofatiga
- Tecnofobia
- Tecnoadicción
- Tecnodependencia
Además, se investigan trastornos como el FOMO (Fear of Missing Out), aislamiento social, síndrome de vibración fantasma, sleep texting y generación muda.
En este punto, la especialista refiere que se debe ser muy conscientes de qué puede ser tecnoestrés y qué no.
En principio, considerar qué herramientas son fundamentales para el trabajo de cada persona, es decir, hoy los dispositivos son clave para desarrollar el trabajo.
Sin embargo, hay que delimitar para qué se usan esos dispositivos pues no todo el tiempo es para el trabajo, también se relaciona con temas personales.
Para reducir los efectos del tecnoestrés, la especialista indica que es importante generar buenas prácticas para que la interacción con las tecnologías de información y comunicación no afecten la salud física y mental. Para ello recomienda:
- Aprender a desconectarse
- Utilizar de manera adecuada los recursos digitales para potenciar los resultados obtenidos, sin que afecten nuestra salud física y mental
- Establecer límites en el uso de dispositivos electrónicos y promover la interacción cara a cara
- Dedicar tiempo a actividades recreativas
- Establecer rutinas diarias que incluyan momentos libres de tecnología
- Fomentar el autocuidado a través de la actividad física, la alimentación saludable y el descanso adecuado.
Para Erika Villavicencio existen varios problemas que las personas no se detienen a pensar que son derivados del abuso de las tecnologías; sin embargo, hoy estas son causa de muchos males.
“Desde tener migraña, problemas de sueño, subir de peso, incluso económicos por las compras que realizan en línea, la depresión por la baja interacción social, entre otros”, finaliza la especialista.