Cuando se habla de músicas antiguas como las que se tocaron y cantaron en las catedrales, principalmente en el periodo virreinal o durante el siglo XIX, se tiene la noción que están lejos de la tecnología, a la cual solo se asocia para escuchar e, incluso, ver grabaciones de esas obras en diversos dispositivos electrónicos.
La música es una disciplina que, al igual que la historia, está contemplada dentro del concepto denominado humanidades digitales, un área transdisciplinar en la que convergen la filosofía o la literatura y las tecnologías de la información, importantes herramientas para conocer y preservar el patrimonio musical de las catedrales de México.
Para abordar esta dicotomía, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM realizaron el conversatorio virtual “Música antigua en la era digital”, donde integrantes del Seminario de Música en la Nueva España y el México independiente, expusieron la labor de rescate y difusión de las obras catedralicias, aprovechando los procesos técnicos de diversas plataformas digitales.
En la transmisión realizada como parte de “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura federal, la profesora del Tecnológico de Monterrey, campus Puebla, la historiadora del arte Carolina Sacristán Ramírez, refirió que hoy la música, en cualquiera de sus géneros, puede ser vista como un producto para escuchar o ver, por cualquier tipo de público, gracias a los soportes digitales.
“No obstante, los recursos tecnológicos también son útiles, tanto para la creación musical como para la investigación, en este último caso, mediante el diseño de repositorios digitales de partituras y manuscritos, o bien, a través del desarrollo de bases de datos que contienen información relacionada con el género musical en cuestión”.
Afirmó que esta convergencia entre las disciplinas humanísticas y las tecnologías de la información es un producto académico, desarrollado principalmente por instituciones universitarias interesadas en promover nuevas formas de investigar, enseñar y aprender.
Sacristán Ramírez citó la Red Digital Musicat, proyecto implementado por el seminario del que ella también forma parte, la cual cuenta con tres bases de datos electrónicos: Actas de cabildos y otros ramos, Libros de coro y Papeles de música, resultado de un largo ejercicio transdisciplinar entre musicólogos, historiadores, bibliotecólogos, ingenieros en sistemas y otros especialistas.
Detalló que el repositorio, disponible en la liga http://musicat.unam.mx, busca trasladar la música y la información relacionada de los archivos catedralicios, a repositorios digitales donde estén a disposición de investigadores alrededor del mundo. Si bien con esto no se sustituyen los métodos tradicionales de investigación, sí se cambia la manera de estudiar, investigar y comprender la música y su historia.
Por su parte, el profesor investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el historiador Antonio Ruíz Caballero, refirió que el seminario ha permitido a sus colegas acercarse a la metodología de la divulgación significativa o interpretación del patrimonio, “que tiene ver con traducir los resultados de una investigación, de un lenguaje técnico a uno muchos más accesible, universal y disfrutable, mediante el uso de las nuevas tecnologías”, particularmente en este contexto de contingencia sanitaria.
A su vez, la historiadora independiente, Lidia Isaura Luján López, ahondó en el proceso creativo en la elaboración de materiales digitales hechos por la Red Digital Musicat, caso de la primera infografía sobre los instrumentos de una capilla de música (grupo de músicos al servicio de la catedral) del siglo XVI y XVII. Se trata de un espacio digital donde la música suena e instrumentos que ya no es común escucharlos, tienen vida nuevamente.
Detalló que, basándose en el texto Syntagma Musicum (1619), de Michael Praetorius, a la pieza virtual se le dotó de ilustraciones, definiciones, diseño y programación digital, así como breves fragmentos de grabaciones de instrumentos como la corneta, arpa, bajoncillo, chirimía, sacabuche y bajón, hechos por músicos especializados.
“Al pulsar la etiqueta de la imagen del aparato musical, aparece el nombre de la pieza, el autor e intérprete de estas efímeras muestras de la grandeza musical de esa época, las cuales forman parte del patrimonio musical de las catedrales de México”, finalizó la historiadora.