Los concesionarios del transporte público de pasajeros y sus choferes marcharon por la ciudad de Toluca. Sus razones tendrán, pero uno puede comprender que cualquiera va a defender su negocio si lo siente amenazado.
Aunque el negocio del transporte no sea el mismo de hace 10 años, y muy distinto al de hace 20.
Y ha cambiado por múltiples razones.
El fomento del uso de la bicicleta es una de ellas, así sea por pura pose, pero cada vez hay más gente que prefiere usar la bicicleta.
Otra es que hay más gente compartiendo sus automóviles. Unos porque creen que es muy buena idea reducir el tráfico de automotores, otros por necesidad, algunos porque es muy inn utilizar alguna aplicación de su teléfono inteligente.
Una más es que la sociedad ha tenido acceso a la adquisición de un auto nuevo o usado —el bono demográfico, aunque se vaya a la informalidad, tiene sus beneficios familiares—.
No puedo dejar pasar tampoco el hecho de que hay sistemas de transporte motorizado alternativos, como el Potrobús. O las motocicletas, que se han vuelto muy populares. O el sinnúmero de taxis en circulación.
Y además, el usuario demanda un mejor servicio. Esencialmente porque ya conoce, aunque sea en video, otros servicios de mayor calidad por un costo semejante.
Eso es lo que tal vez los concesionarios y sus choferes no comprenden. O no quieren comprender. No es un capricho de Isidro Pastor o de Víctor Legorreta —a quienes no defiendo, porque también tienen lo suyo—: es una necesidad.
Cuando acepten que el servicio de transporte se debe al usuario, y se tienen que adaptar a los que usuario demanda y a las reglas que se deben de cumplir, van a seguir ganando dinero —que pasa eso un negocio—. Y no necesitarán marchas ni paros.