La Casa Blanca, acorralada tras el fracaso en el Senado del plan de ayuda del sector automotriz, estudia ahora usar parte del paquete de rescate de Wall Street para evitar el derrumbe estrepitoso de «Los Tres Grandes de Detroit».
El plan de 14 mil millones de dólares que aprobó la Cámara de Representantes el miércoles pasado para General Motors (GM), Ford y Chrysler quedó anoche sepultado en el Senado debido a la oposición de los republicanos, que exigían mayores sacrificios a los trabajadores.
Ahora, la Casa Blanca afronta más presiones de los demócratas, las empresas y el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW, por sus siglas en inglés) para socorrer a las empresas automotrices antes de que sea demasiado tarde.
La Casa Blanca y los republicanos siempre se opusieron a que el dinero para Detroit saliera del programa de 700 mil millones de dólares que el Congreso aprobó para el sector financiero, conocido por su sigla en inglés como TARP.