Las decisiones de Donald Trump siguen causando polémica a nivel nacional como internacional pero si nos pusiéramos en los zapatos de los estadunidenses seguramente estaríamos felices de que el presidente intervenga personalmente en la generación de empleos aún recurriendo a la amenaza como estrategia de recaptación de las inversiones de empresas de su país.
El empleo es sin duda la preocupación fundamental de los encargados de un hogar porque eso le garantiza medios de sobrevivencia. Y qué mejor si la fuente de trabajo ofrece un salario justo lo mismo que prestaciones laborales como los que promete el mandatario de Estados Unidos.
La primera semana de Trump ha transcurrido con la economía por delante a través de la ruptura anticipada de un tratado de comercio que apenas iba a ser discutido en el Senado así como la firma de aprobación para construir un muro en la frontera Sur para frenar la migración a su país la misma que considera dañina en términos económicos.
El presidente norteamericano se inaugura desde ya como lo que es: un empresario. Es decir, alguien a quien le gustan los negocios, ganancias, beneficios y desafíos y que, para ello, confía en sí mismo por encima de cualquiera. Alguien dispuesto a ganar y hacer lo que sea necesario para lograrlo. Un ventajoso de los intereses económicos de su país aunque a los mexicanos nos disguste.
