Sé que a la mayoría de los mexicanos les resulta antipático Donald Trump, el empresario gringo que se metió a la carrera presidencial del Partido Republicano y ahorita mismo tiene amarrada la candidatura, contra todos los pronósticos.
Pues bien: ya va siendo hora de que pensemos en serio que Trump puede ser presidente de los Estados Unidos.
Y que el apoyo que tiene el empresario neoyorquino proviene de la población blanca, pero también de integrantes de algunas minorías, incluyendo la población de origen mexicano.
Los blancos estadunidenses están resentidos con su gobierno, con sus resultados económicos, con el hecho de que hayan sido relegados o desplazados en su propia sociedad. Su rol predominante ha declinado. Y en eso radica justamente el apoyo a Trump: en su discurso que reivindica al estereotipo blanco, contra las minorías, especialmente la hispana —y mexicana en particular—.
No se puede olvidar que 80 por ciento de la población en la Unión Americana es de origen blanco y aunque alguna parte de esa población blanca es de origen latino, un 66 por ciento es “no latino o hispano”. Se trata de la mayoría de los estadunidenses. Y a pesar de que los estadunidenses son cada vez más tolerantes con la migración, no se puede olvidar que la base republicana es de lo menos tolerante que te puedes encontrar en la sociedad de los Estados Unidos.
Dicho en otras palabras: Trump quiere. Y puede.
