El Paseo Tollocan ha sido durante los últimos 40 años la puerta de entrada a la ciudad de Toluca.
Hace algunas décadas el diseño del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez llenó de orgullo a los habitantes de Toluca y Metepec. Las fuentes, el camellón, las palomitas, el trazo elevado en la porción que se llama Paseo de los Matlazincas, la vegetación, el conjunto en general era cuestión de orgullo local. Llegó a conformarse una asociación de amigos del Paseo Tollocan, de cuya existencia y vida creo que ya no sabemos nada.
Pero ahí está, quizás ya no tan valorado como en el pasado por su cualidad de obra arquitectónica, pero sí como una vialidad vital para la movilidad de los habitantes del altiplano toluqueño. La conexión social e histórica se ha perdido o está a punto de hacerlo. Y un signo que me lleva a decirlo es que desde hace dos meses uno de los caballitos de la fuente del sol está semidestruido…
No sé en qué artes, pero la parte superior se desplomó y ahora está al costado de su base, fuera de su sitio, una parte de un conjunto escultórico tirada desde hace cosa de 60 días.
Ignoro si el detalle ha pasado inadvertido, si es desinterés, desconocimiento, falta de presupuesto, mantenimiento deficiente, abulia o simple omisión. Pero Paseo Tollocan fue una vialidad motivo de orgullo. Y subrayo que lo fue…