Vida silvestre

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Dado que el arriba firmante es contribuyente cautivo, va por la vida pidiendo sus comprobantes fiscales digitales por aquí y por allá.

Se trata, como todos sabemos, de una de esas torturas modernas a las que nos sometió la simplificación administrativa con la que los organismos multinacionales quisieron civilizar al pueblo mexicano, que vivía en estado silvestre hasta la década de los ochentas, porque cuenta la leyenda que en aquellos días llegabas a la administración de rentas del palacio municipal que te correspondiera y el tesorero municipal o alguno de sus canchanchanes te decía cuánto te tocaba pagar como contribución a la hacienda federal, tu le hacías la chillona, el rebajaba unos pesos, pagabas, te daban tu recibo y te olvidabas de cosas fiscales y hacendarias hasta el mes siguiente, donde la historia se repetía.

Pero llegaron los Chicago Boys, los egresados de Yale, el MIT, Harvard y anexas y cambiaron todo para sacarnos de la barbarie fiscal. Desde entonces, pagar impuestos es un relajo.

Y pedir tus comprobantes fiscales también.

¿Se han dado cuenta de lo difícil que es conseguir una factura de gasolina, cuando caes en el garlito de que puedes hacer el comprobante fiscal por internet?

Pues yo sí. Tengo mi colección de recibos imposibles de facturar. Ya sea porque no funciona la página web, porque funciona pero pide requisitos imposibles, porque el recibo es incomprensible, porque el recibo no contiene los datos que te solicitan, porque en el recibo aparece una página web sin relación con la gasolinera, y otras cosas por el estilo. Sin olvidar aquello que “se facturan recibos de los últimos 7 días”, cuando regresas a la gasolinera.

Y digo gasolinera como podría decir cualquier otro tipo de establecimiento de comercio o de servicios. Añoro la vida silvestre.

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