A finales del siglo pasado el anuncio de una obra de teatro decía que “Entre mujeres podemos despedazarnos pero nunca nos haremos daño”. La frase aludía a la violencia intragenérica vista como competencia, celos y envidia.
Si a nivel político, económico, social y cultural la violencia de la mujer está manifiesta, la violencia entre mujeres es una constante. No acabamos de aceptar nuestras diferencias de rasgos físicos ni gustos, deseos, anhelos e ilusiones de ser y vivir. Tampoco respetamos nuestras opiniones, ideas o actitudes.
Nuestra postura es de intolerancia y se acentúa incluso en nuestras creencias y convicciones.Tendría que ser al contrario. Que la diversidad nos uniera. Que nos pusiéramos por un momento en la posición de las otras.
En territorio mexiquense vivimos más de ocho millones y medio de féminas, o alrededor de 52 por ciento del total de los habitantes. Hacernos daño es irracional. Solo limita aún más nuestra existencia como género.
