Como resultado de la visita del presidente mexicano a Canadá trasciende el anuncio de que en ese país, a partir del primero de diciembre próximo, ya no se requerirá visa para entrar, permanecer temporalmente y salir, algo que dista mucho de ocurrir con Estados Unidos.
En Estados Unidos el tema de la visa cada vez se hace más complejo: existen más de 20 tipos de visaje de los cuales la mayoría son para no inmigrantes, basta con revisar la página de la Embajada estadounidense y analizar los requisitos.
Ser inmigrante en Estados Unidos es sinónimo de miedo y rechazo y, tratándose de mexicanos, de antipatía irracional.
Pero, cuidado, no lancemos las campanas al vuelo y querramos empacar para ir a Canadá. En ese país, según la encuestadora Ipsos, la percepción hacia los inmigrantes es que son una carga para los servicios sociales como salud, transporte y educación pero eso sí, son menos racistas que en Estados Unidos.
Al fin y al cabo, lo que subyace al tema de las visas es sencillamente, la idea de migración y sentimiento antimexicano hacia el Norte del continente que habitamos que, con todo y trabas que pongan y quiten los países de esa región, no dejan de ser esencialmente naciones surgidas por inmigrantes.