El informe semanal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es bastante optimista. Dice que cuando la volatilidad financiera termine, el pesos mexicano recuperará su valor frente al dólar estadunidense.
Lo único malo es que no dice cuando terminará la volatilidad financiera que ha devaluado el peso, en las primeras semanas de 2016, algo así como un peso con 50 centavos.
Hace un año, el dólar valía 15 pesos, en promedio. Hoy cuesta casi 19 pesos.
La Secretaría de Hacienda argumenta que la economía mexicana tiene fundamentos económicos sólidos.
Y sí. Yo no lo dudo. La economía crece, el consumo interno también, las inversiones fluyen… Pero el temor al riesgo ha generado micro devaluaciones diarias del peso, que de centavo en centavo he deteriorado incluso la confianza interior.
La razón es simple: los mexicanos hemos asociado a lo largo de las últimas cuatro décadas la palabra devaluación con una condición de crisis económica. Esta vez la crisis es de confianza.
Sí, es cierto que sectores como el turismo y la industria de exportación se han fortalecido con el peso barato, pero el resto de la economía siente la presión, algunas ramas económicas incluso más, dado que buena parte de sus materias primas son de importación. Sin olvidar la dependencia alimentaria que padecemos desde mediados de la década de los noventas —cuando era más barato comprar productos de importación que fabricar o producir los nacionales—.
Pues sí, se necesita que la volatilidad financiera termine. Y entre más pronto mejor.
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