Y del Nobel de Economía

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Esta semana se anunció la designación del Premio Nobel de Economía, que recayó en el matemático británico-estadunidense Angus Deaton, profesor de la Universidad de Princeton.

El mayor premio para un economista ha sido para el economista escocés por sus hallazgos en torno a la tema de la pobreza. Y, en oposición, de la riqueza, que es a la que habré de referirme a continuación. Es decir, ya:

Resulta que según los estudios de Deaton, el dinero sí influye en la felicidad. Si tienes lana, marmaja, morlacos, varos, pesos, dolarucos, o como le quieras decir, esta acumulación de riqueza o de ingresos puede convertirse en felicidad.

Pero hasta cierto límite, que según los estudios del Nobel de Economía 2015, es de 75 mil dólares anuales.

Después de esa cifra, el dinero ya no es un factor para ser feliz y sí en cambio, puede ser un elemento de tristeza o infelicidad.

Deaton no sabe a ciencia cierta por qué. Y si es no lo sabe, el arriba firmante, menos.

Pero el Nobel de Economía de este año —y algunos de sus colegas— piensa que después de ese límite ya el dinero no impacta en placeres de la vida como encontrarse con los amigos o tomar libre del trabajo. Incluso, sugieren que sí puede tener efectos negativos, en una especie de disminución de la capacidad para disfrutar de pequeños gustos.

Así las cosas. Para que vean que el Nobel de Economía también tiene implicaciones en la vida cotidiana.

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