A leer

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Hoy que es viernes y que marca el inicio de la celebración de El Buen Fin, además del puente por el aniversario de la Revolución Mexicana, me permito recomendar la lectura. O la compra de libros para su posterior lectura, si es que tales bienes —indispensables para la vida del ser humano— entran en las promociones de descuentos.

Cualquier libro deja algo en su lector. Incluso algunos que al arriba firmante le parecen deplorables, pero de los que evitaré hablar, lo mismo que cerraré el pico para evitar señalar las deleznables letras de sus autores, como Jordi Rosado, Paulo Coehlo, Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Chumel Torres… A los que desde luego tampoco identificaré.

Porque no hay libro malo: algunos tienen un excelente y sobresaliente punto al final. Otros pueden servir para atorar una puerta o calzar una mesa.

Podría recomendar algunos volumenes en particular, pero no me viene en gana. No pretendo poner en circulación los cinco libros recomendados por Felipe González, básicamente porque además de que no estoy dotado para elaborar crítica literaria, no se me pega la gana. Me limito a sugerir que si quieren comprar algo y duradero, que les deje una sensación de satisfacción en este buen fin, desechen la idea de la oantalla de led y compren libros, léanlos desde la portada hasta la última de sus páginas, ahí donde dice en que imprenta se elaboró y cuántos ejemplares se tiraron.

Ahora que si leer no es lo suyo, háganle el favor a sus hijos, introdúzcanlos en la lectura, aún a costa de su propia integridad y de que les vayan a preguntar algo que esté lejos de su conocimiento —sin miedo, para esas preguntas está la Wikipedia—.

Verán que así hacemos patria. Y sabremos reconocer cuando alguien invente una “república oriental del Paraguay”.

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