La Secretaría de Educación Pública anunció ayer martes la intención de que en dos décadas el sistema educativo mexicano pueda incluir el dominio del idioma inglés.
El conocimiento de esa lengua se entiende necesario pues se ha venido posicionado como universal y por tanto las actividades productivas giran en torno a él. Por otro lado, al Norte de México están dos potencias mundiales que tienen al inglés como lengua materna y a esos países los mexicanos vemos como puerta de salida.
Ahí viene el pero: para aprender inglés en las escuelas se requiere si no del dominio, al menos de un nivel intermedio por parte de los profesores, de tal manera que puedan transmitir bases sólidas de comprensión del idioma a los estudiantes y en este preciso momento, en México uno de cada siete maestros de inglés está reprobado en el idioma, según la propia SEP.
Asimismo, las técnica de enseñanza del inglés consisten solo en la memorización y repetición de vocabulario sin ir más allá de la construcción de frases o un diálogo cuando lo ideal sería preguntarse, ¿cómo y cuál es la mejor manera de aprender un idioma?
Con todo y que se desee empezar por capacitar en inglés a los estudiantes normalistas, ¿qué garantiza que los alumnos practiquen este idioma en su vida cotidiana en un país donde se habla español y, en donde las oportunidades de seguir estudiando, crecer económicamente e incluso conocer otro país están descartadas?
No es pesimismo, pero tampoco que se nos quiera deslumbrar. Es preferible molestar con la verdad, dijo el célebre filósofo Séneca.
