El asesinato del presidente municipal de Jilotzingo, Juan Antonio Mayen, ocurrido la mañana de este viernes significa la culminación de una serie de asesinatos y ajustes de cuentas que lo mismo han incluido a jefes policiacos que a cabecillas de bandas de criminales, en la zona boscosa que se encuentra entre el valle de México y la zona norte del estado y que comprende municipios como Isidro Fabela, Jilotzingo y Xonacatlán.
En marzo del año 2015, por ejemplo, fue asesinado Arturo Contreras Santos, director de Seguridad Pública del ayuntamiento de Isidro Fabela, municipio que comparte límites con Jilotzingo además de características orográficas.
Pero la historia criminal en Jilotzingo se remonta a mucho tiempo atrás, cuando en la década de los setentas levantó desde ese municipio mexiquense un imperio criminal y policiaco, Alfredo Ríos Galeana, por mucho tiempo conocido como “el enemigo público número 1” debido a la cantidad de asesinatos y bancazos que se le atribuyen. El expolicía Ríos Galeana hizo de la zona boscosa de Jilotzingo su guarida y refugio.
Los asesinatos, sin embargo, no siempre han estado vinculados por la delincuencia organizada. En 2008, una pugna ambiental por el relleno sanitario fue señalado como la causa del asesinato de Fernando Mayén Sánchez, quien era representante legal de los ejidatarios que se oponían al relleno sanitario. Un año después, en septiembre de 2009 fue atacado a balazos el activista Jesús Sánchez de la Barquera. La zona, llena de recursos forestales, también ha sido centro de ataques y contra ataques de los talamontes.
La historia reciente indica que en el último lustro la violencia y la delincuencia han sido constantes en Jilotzingo y sus municipios aledaños. En el año 2010, fue reportada la desaparición y muerte del director de Seguridad Pública municipal, Luis Tovar Vázquez.
En agosto de 2011 fueron detenidos 24 policías municipales de Jilotzingo y 10 del vecino Isidro Fabela, para investigar sus vínculos con el crimen organizado. En ese periodo, la región era el centro de una lucha entre las bandas de La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y La Mano con Ojos.
2012 no fue menos violento: un actor de TV Azteca, Gabriel Estrella, fue localizado muerto en Jilotzingo después de haber sido reportado como desaparecido a finales de enero de ese 2012. Y en octubre de ese mismo año, la entonces Secretaría de Seguridad Ciudadana reportó el hallazgo y desmantelamiento de un narcolaboratorio.
Los enfrentamientos se ha recrudecido en los últimos años. En 2013, una confrontación a balazos entre policías y delincuentes culminó con el robo de dos patrullas. Y es que la violencia armada parece ser la tónica incluso en la resolución de disputas familiares, una de ellas, también en 2013, le costó la vida a dos integrantes de una familia.
Hace dos años, en mayo de 2014, la comunidad de San Luis Ayucan, una de las poblaciones más importantes de Jilotzingo, quemaron patrullas y retuvieron a una decena de policías municipales, a los que acusaron de complicidad en el plagio de una madre de familia secuestrada y liberada.
El municipio es considerado un “punto rojo” debido a que es considerado vía de paso de grupos de delincuentes y también de refugio: apenas hace un año, Renato Sales, entonces zar antisecuestros del gobierno federal, dio a conocer la captura de Andrés Carpio Arguelles, presunto jefe de una célula que operaba en Veracruz; la detención se produjo en una “casa de seguridad” en Jilotzingo.
El municipio de Jilotzingo ha sido blanco de la violencia y la delincuencia desde hace casi medio siglo. A sus funcionarios y servidores públicos esta condición les ha pasado factura. No sólo se trata del asesinado alcalde Juan Antonio Mayen Saucedo.