El arriba firmante se ha alegrado mucho por las nominaciones a los premios Óscar de la película La forma del agua del tapatío Guillermo del Toro.
No aspiro a ser, ni de lejos, comentarista cinematográfico —eso requiere una formación y conocimiento que no poseo—, pero a mi leal saber y entender, la película tiene muchas cualidades, incluyendo el hecho de que no es un cuento ni una historia con principio y fin, y sí muchas referencias cinematográficas, artísticas, sociales y hasta políticas.
La forma en la que Del Toro condujo La forma del agua ya ha ganado premios y sin duda es la más sólida candidatura a mejor dirección en la ceremonia que se celebrará el 4 de marzo próximo. Es una obra de comprensión universal, hecha por un mexicano, en un mundo dominado por la industria estadunidense.
También fue nominada al premio de Mejor película animada y Mejor canción original la película Coco, de Disney Pixar inspirada en el Día de Muertos.
Coco es una película que resultó lacrimógena para docenas de espectadores mexicanos, que la hicieron una de sus favoritas. Aunque en ella existan mensajes como que en el cielo —el paraíso, el Mictlán, el Tlalocan, el Nirvana, el Valhalla, los Campos Elíseos o lo que ustedes dispongan— el rico sigue siendo rico, el famoso sigue disfrutando de su fama, y el pobre está relegado al cuchitril. O que el mal no se castiga si fuiste un cantante de renombre.
México estará presente en los Óscar. Desde luego, el arriba firmante preferirá mil veces que Del Toro sea premiado. Por su tesón. Por decir con orgullo que es como es, y su obra es como es, por ser mexicano.
