En las instalaciones de los laboratorios Rennebohm Hall de la Facultad de Farmacia de Wisconsin-Madison, la gente consume psilocibina, que se puede encontrar en hongos alucinógenos.
Esto se debe a que en estos laboratorios se lleva a cabo un estudio del potencial de la psilocibina para aliviar la mente de pacientes que sufren de cáncer avanzado y otras condiciones que devastan las emociones.
Timothy Leary, quien es un psicólogo de Harvard aconsejaba a la gente a «encender, sintonizar y abandonar» con psilocibina explicando la capacidad de esas sustancias para reducir ansiedad y depresión en pacientes con cáncer terminal.
Por esto, investigadores afirman que la psilocibina, conocida como «enteógeno» actúa sobre los receptores cerebrales específicos para cambiar la percepción y la cognición.
Otro estudio de la UW-Madison, consiste en que voluntarios sanos están tomando la psilocibina en una escalada dosis a lo largo de varios meses. Los científicos miden la actividad eléctrica del corazón de los participantes y prueban su sangre y orina para ver cómo se metabolizan el fármaco.
