Vaya con nuestros nuevos legisladores federales que en lugar de dar muestras de su envergadura política y social han estado pactando decisiones para conseguir poder absoluto. No más que el comportamiento habitual o común de cualquier otra legislatura, partido o político.
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A la par, han estado muy argumentadores sobre las edecanes y botanas que requieren consumir mientras realizan su labor legislativa. ¿Pues qué no les alcanza para echarse a la bolsa del traje unos cacahuates o aguantarse el hambre entre comidas como lo hacen miles de mexicanos o como nunca lo han podido hacer otros tantos millones?
Su acción no deja mas que desengaño y dudas de su capacidad y compromiso con los problemas sustantivos de la nación pues vuelven a lo de siempre: la satisfacción de sus intereses políticos y ahora hasta de apetito.
Y no, la culpa no es de quienes los votaron, sino de sentido común y responsabilidad personal. Pues el compromiso social adquirido los obliga a ver más allá de sus intereses y deseos.