Se fue de territorio mexicano el papa Francisco. Los críticos califican la visita de decepcionante porque en los discursos se refirió de manera muy general a los problemas de México.
¿Pues qué esperaban?, ¿que hablara de nuestra ancestral historia de corrupción promovida por los grupos de poder?, ¿de cómo esa realidad se ha traducido en desigualdad social y delincuencia organizada?
Las funciones básicas del Papa son: promover la doctrina católica y guiar la conducta moral de los católicos, según el Código de Derecho Canónico.
Los que querían oírlo despotricar y señalar culpables por los problemas del país están equivocados. Eso nos toca al conjunto de los mexicanos. Y se resume en exigir que se haga cumplir la ley.
Pero, ¿cuántos de nosotros a partir de hoy volveremos al ensimismamiento?, ¿por qué no movilizarnos como en la venida del Papa y demandar cambios en el país?
Nuestra apatía ciudadana a los asuntos públicos, con todo y que nos irritan y afectan, es como la de los críticos de la visita papal: que alguien más diga o haga por nosotros lo que nos corresponde hacer.
