Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que lograron producir diamantes a partir de acetona, etanol, metanol y tequila, estudian las particularidades de esa bebida alcohólica tradicional en la formación de este tipo de cristales, dijo hoy uno de los científicos.
El líder del proyecto, el doctor en física Luis Miguel Apátiga, dijo en una entrevista que la «curiosidad científica» les llevó a producir diamantes microscópicos a partir del tequila, bebida alcohólica obtenida del agave azul, una planta endémica de México.
La historia de ese descubrimiento se remonta a 1995, cuando esos científicos de la UNAM investigaban la manera de obtener diamantes en forma de películas delgadas a partir de gases de hidrocarburos comunes como el metano, acetileno o el butano, los cuales contienen todos carbón e hidrógeno.
A finales de la década de los noventa lograron pasar esos gases por una fuente de energía, romper las moléculas del gas en fragmentos más pequeños y obtener átomos de carbón, los cuales depositaron en un sustrato sobre el que formaron estructuras de diamantes a escala nanométrica.
La primera aplicación que encontraron para el experimento fue utilizar los diamantes como detectores de radiación, ya que son muy sensibles a la luz ultravioleta.
«Detectamos varios tipos de radiación de partículas alfa, beta y ultravioleta, e hicimos algunas publicaciones en revistas como Journal of Material Science y Materials Letters, entre otros», precisó Apátiga.
En 2007 Apátiga se mudó a un campus de la UNAM en la ciudad de Querétaro, en el centro de México, donde retomó las investigaciones.
Sin embargo, en esta ocasión en vez de utilizar gases, empleó líquidos como la acetona, etanol y metanol, a los que añadió aguas e introdujo en unos equipos con tecnología de punta desarrollados en Lituania para producir cerámicas.
El mecanismo calienta el líquido a 280 grados y lo evapora, después lo lleva a una cámara con una temperatura de 800 grados, donde las moléculas del vapor se rompen en fragmentos más pequeños, en los cuales hay átomos de carbón, hidrógeno y oxígeno por el agua.
«Los átomos del carbón se posan sobre el sustrato (la superficie que se quiere recubrir) y se empieza a formar la estructura de diamantes circulares a escala nanométrica», señaló.
Como a veces usaba un 40% de etanol y un 60% de agua en la mezcla, proporción que se encuentra similar en el tequila, Apátiga intentó emplear la bebida alcohólica.
«El día menos pensado pasé a una licorera cerca del campus de la universidad y compré una botella chica de tequila blanco, hicimos el experimento y en el primer intento nos salió bien», recordó.
Ahora los científicos mexicanos estudian la razón por la cual los diamantes obtenidos con tequila tienen una forma menos circular que los demás producidos con compuestos puros.
«Estamos viendo si los compuestos del tequila pudieran jugar algún papel en la síntesis del diamante», aseveró.
Los investigadores estudian además la posibilidad de ponerle pequeñas impurezas de manera controlada a los diamantes que producen, para convertirlos en semiconductores con propiedades similares a las del silicio, utilizado ampliamente en la industria electrónica y microelectrónica para la elaboración de chips.