El ex guerrillero Pedro Pablo Montoya, mejor conocido por su alias de »Rojas», dice no arrepentirse de haber matado a su jefe, uno de los siete comandantes de las FARC, aunque ese asesinato lo tenga en prisión y con pocas probabilidades de salir en libertad en breve a disfrutar de una jugosa recompensa.
En una prisión al sur de Bogotá, el ex rebelde dijo que desde hace un año, cuando entregó a las autoridades la mano derecha que cortó a su jefe como prueba de que se trataba del dirigente rebelde, espera que el gobierno le cumpla las promesas que dice le hicieron.
Se trata del pago de una recompensa de 5 mil millones de pesos (unos 2 millones de dólares) , la protección de su familia -padre, madre y cuatro hermanos- y agilizar trámites judiciales para estar en la calle.
Pero quizá nunca pueda usar el dinero que le fue pagado, ni ver la libertad porque en la Fiscalía General indicaron que los delitos por los que se investiga al ex rebelde, como secuestro y homicidio, no son excarcelables ni indultables. Sobre el dinero confirmó que lo recibió, aunque él no lo considera que fue la cantidad convenida.
Juan Manuel Jerez, abogado de »Rojas», coincidió en que el caso de su cliente »no es algo que se solucione por la vía penal, sino política» debido a los procesos que pesan en su contra.