Ayer jueves se cumplió un año de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia del COVID-19. Desde entonces se empezó a encender la alerta en todos los países pero aún así los tomó por sorpresa.
Hoy se habla de daños en cada uno de los sectores de la sociedad pero es justamente la gente la más afectada pues se quedó si trabajo o se le redujo el salario y se le envió a confinamiento sin la garantía de que recibiría apoyo. Dicho en términos llanos, el panorama es de más pobreza, hambre y desigualdad.
La Organización de las Naciones Unidas estima en 115 millones de personas las que se sumarán a la pobreza mientras las que sobreviven con dos dólares al día, 700 millones, sufrirán todavía más.
Para paliar esta situación tendrían que ponerse en marcha mecanismos de protección social que garanticen niveles mínimos de vida para todos empezando por la seguridad social. La pregunta es si los países lo están haciendo o lo piensan hacer porque la pobreza no tiene porqué esperar.
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