Ahora que se acercan las fiestas de fin de año y vacaciones, no hay que olvidarnos de nuestros adultos mayores que se encuentran cerca de nosotros y los que se hallan en asilos o viven solos. Se trata de una temporada donde las emociones fluyen y entre la población adulta aumenta la idea de que así como ocurre el fin del año termina un periodo en sus vidas; algunos experimentan la sensación de un inutilidad y vacío.
Bien se dice que la soledad es mala consejera pues propicia que las personas se angustien y depriman. Es sufrimiento emocional y físico que manifiestan con desgano, cansancio, ganas de dormir, irritabilidad, falta de apetito o hambre.
Según los últimos datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, en México hay un millón 700 mil personas que viven solas y son mayores de 60 años.
Sería muy útil que en estas fechas les destináramos parte de nuestro tiempo para hablar por teléfono con ellas, acercarnos a platicar, compartir algunas de sus actividades, darles un paseo si es posible, comprarles un regalito aunque digan que no les hace falta o que no gastemos.
Nuestros adultos mayores tienen necesidades afectivas, requieren de nuestro reconocimiento y saber que estamos ahí para lo que ocupen. Hay que hacerles notar que nos son importantes y fundamentales aún con las actividades cotidianas que llevemos a cabo. El olvido de nuestros adultos mayores es una amenaza dañina.