Al igual que lo hizo esta semana con el SARS-COV2, la Organización Mundial de la Salud eliminó la alerta por la viruela del mono, declarada en julio del año pasado una enfermedad y que a la fecha afectó a población de 11 países. El también llamado mpox ya no representa una emergencia de salud pública de alcance internacional característica por fiebre alta, erupción cutánea con formación de costras e infección.
Sin embargo, esto no quiere decir que ya aquí terminaron las enfermedades, sino que vendrán otras nuevas. Y lo anterior tiene que ver con las numerosas infecciones que se transmiten entre la vida silvestre, el ganado y los seres humanos, además de los posibles brotes de COVID-19, ébola, dengue y VIH.
La manera de hacer frente a nuevas pandemias es desarrollar la capacidad de detectar rápidamente los patógenos que causan la enfermedad, evitar la disparidad en la fabricación de vacunas y proporcionar un acceso generalizado a las mismas, y evitar las prácticas que alteran el equilibrio de la naturaleza. Se requiere de trabajo científico y conjunto pues necesitamos estar listos para la próxima enfermedad, que sería global y con consecuencias catastróficas.
