Empantanada

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La Universidad Autónoma del Estado de México está empantanada. 

A un mes de la irrupción del movimiento estudiantil, encarado y gestionado de forma pésima por la administración central universitaria, la Universidad Autónoma del Estado de México no camina hacia ningún sitio.

Pasmada y aturdida, la administración central de la UAEMEX no parece estar interesada en resolver el conflicto y hacerlo a la brevedad.

Sus intereses están puestos en otros temas, no en las consecuencias sociales, políticas y académicas del paro.

Las evidencias están ahí a la vista de todos: 

El encargado de despacho de la Rectoría, Isidro Rogel Fajardo, acudió el 14 de mayo al edificio de Rectoría a buscar el diálogo con los estudiantes en paro, que mantienen tomado el edificio. Y después de tres semanas, no se ha repetido este intento de diálogo.

Ha hecho lo mismo en otros espacios universitarios como la Unidad Académica de Chimalhuacán, donde fue recibido con abucheos, o en la Escuela de Artes Escénicas. Acciones esporádicas, desarticuladas, ocasionales, que parecen responder más a a improvisación que a un plan destinado al objetivo claro de  sacar a la UAEMEX del marasmo.

Y algo que retrata claramente lo que preocupa a la administración de la UAEMEX: el primer gran debate del Consejo Universitario no fue acerca de la reforma al Estatuto o el camino para abrir la elección de Rectoría al voto directo. O el diálogo con los estudiantes en paro. 

No, el primer gran debate fue si el encargado de despacho de la Rectoría debería cobrar el salario de rector o debería seguir con su sueldo de director de una escuela… Sí, primero lo primero: cuánto cobraría Rogel y, por lo tanto, sus colaboradores.

Lo verdaderamente importante es secundario.

Y en este entendido, es comprensible el diálogo fragmentado, la dilación, la ineficacia en la comunicación, la pachorra, la apatía disfrazada de tolerancia, la demora en la toma de decisiones del Consejo Universitario…

Las aspirantes a la Rectoría, mientras tanto, sin sueldo, y con una decepción que crece.

El “enjambre universitario” empoderado, altivo, y hasta sordo. La administración central de la universidad desconcertada y distraída.

Y el Poder Ejecutivo del estado de México, distante. Ajeno, tal vez hasta divertido de la escala que alcanza ya un movimiento estudiantil-social que cimbra los cimientos de la UAEMEX por una respuesta inicial timorata de quien tuvo en sus manos la solución y la soberbia se lo impidió.

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