Una persona tiene en promedio entre 100 y 150 prendas de vestir en su armario, sin contar zapatos, accesorios, ropa interior o prendas especiales como disfraces.

Claudia Vásquez, fundadora de la organización Estilo Libre, señala que la cultura de la fast fashion ha generado no solo compras impulsivas, sino también graves problemas ambientales relacionados con el desecho de ropa.
Un ejemplo de ello es el desierto de Atacama, en Chile, donde se acumulan miles de toneladas de ropa desechada provenientes de distintos países.
Vásquez explicó que, en promedio, una prenda no se utiliza por más de un año, aunque podría tener una vida útil de hasta siete generaciones si estuviera fabricada con materiales adecuados.
“Lo que promovemos es una industria de la moda más justa, consciente y sostenible; generar estilo a partir de prendas reutilizadas y fomentar el consumo de artículos creados con una conciencia social y ambiental.”
También refirió que la industria del alto consumo ha creado 52 «mini estaciones» de moda, en las que las tendencias cambian de forma acelerada, lo que provoca un consumo rápido y de baja calidad. En contraste, históricamente solo existían cuatro estaciones al año.
Para hacer frente a esta problemática, se han desarrollado proyectos específicos con artesanos, diseñadores y promotores del consumo responsable, con el objetivo de transformar la cultura de consumo.