Para cuando redacto este texto, todavía no hay nada decidido en la elección de presidente de los Estados Unidos. Que en realidad me viene guanga, pero es un asunto de capital importancia, y uno tiene que estar atento de esas cosas que son fundamentales para la geopolítica.
A esta hora, ni Clinton ni Trump. Pero sí una nación profundamente dividida, según leo en las primeras encuestas de salida.
Esas encuestas dicen que el género, la raza, la educación y hasta la localización de los estadounidenses ha definido su voto. Por ejemplo, el portal web Politico dice que Trump ha alcanzado una victoria importante entre los blancos que no llegaron a la universidad. Y que está codo con codo disputando a Clinton el voto de blanco de quienes si fueron a la universidad.
Y Hillary aventaja entre los votantes de menos de 30 años.
Nada dicen esas encuestas sobre el voto latino, asiático o negro, a fin de cuentas minorías en la sociedad estadounidense.
Lo que es un hecho es que gane quien gane, los estadounidenses quedarán divididos y enfrentados. Con una gran preocupación por su economía y finanzas personales, que además ha sido el motivo principal para decidir su voto —allá no se tienen que preocupar por la seguridad, dada la conocida eficacia de sus corporaciones de policía—.
A esta hora, las 20.24 de la noche, Trump encabeza las proyecciones. Pero Clinton está muy cerca.
De cualquier modo, sea Clinton o Trump no habrá un milagro ni un buen vecino para México. Al tiempo.
