¿Que nos pasa a los mexicanos que perdonamos la corrupción?
A diferencia de otros países de Latinoamérica y el resto del mundo, donde también se registran diversas formas de uso indebido del poder público, en México este delito no se castiga.
¿Qué hay por ejemplo de sanciones en torno a La Casa Blanca, la casa de Videgaray, la licitación del tren México-Querétaro, los casos de los gobernadores de Puebla, Sonora y Chihuahua; de Luis Téllez, ex secretario de Energía y su empresa Semora Energy Inc; Oceanografía y los negocios entre HP y Pemex?
Nuestros gobernantes y políticos en general, desde el presidente y su familia, se compran casas con recursos públicos, disponen del dinero de nuestros impuestos para beneficio personal y establecen contratos ilícitos con sus empresas o empresas extranjeras y nosotros los ciudadanos, como si nada.
La corrupción política nos afecta como nación en el bajo crecimiento económico, aumento de la pobreza y desigualdad social.
Permanecer apáticos es precisamente lo que los corruptos buscan para continuar su camino. Por el contrario, una iniciativa ciudadana para desenmascararlos y exhibirlos es lo que nos hace falta. Esto incluye exigir una dura penalización económica por corrupción.
¿O no decimos el pecado se perdona pero la corrupción no?
