Los ejercicios estadísticos que se han hecho a propósito de la elección de gobernador del estado de México muestran lo que en términos coloquiales se llama “empate técnico”, que no es más que una ilusión estadística, porque no habrá dos ganadores de la elección.
Al margen de los resultados, de las cifras y de quién aparece en una encuesta como ganador, pero en segundo lugar en otra, y viceversa, en las encuestas aparece una pregunta interesante: ¿quién cree que va a ganar? Esa pregunta sí tiene una respuesta unánime, de la que no voy a hablar, porque lo que me interesa es señalar que haría falta una pregunta:
¿Quién te gustaría que ganara la elección del Poder Ejecutivo del estado de México?
Que no es por quién piensas votar o qué candidato o candidata te parece más capaz o quién te convence.
¿Quién te gustaría que ganara?
Desde luego que no espero que las encuestadoras a estas alturas incorporen una pregunta de esta naturaleza. Menos que vaya a salir alguien a hacer una encuesta en internet, porque ahí no existe la menor metodología y carecen por completo de validez, aunque supongo que quienes las promueven se sienten bien con su experimento ajeno por completo a la demoscopia.
Estamos a dos semanas de que terminen las campañas políticas. Ahora mismo hay un primer y un segundo lugar en las encuestas, que dadas las tendencias de las últimas semanas no parecer que vayan a despegarse, a menos que haya una muestra, una expresión indubitable de triunfo de una de las partes. Y no me refiero a una muestra del músculo expresada en actos multitudinarios —sí, son importantes, por supuesto; y los veremos—, sino a la percepción popular de que alguien ya ganó, merced a sus propuestas y programas, a la muestra de una gran fórmula de gobierno y no por revancha o por continuidad.
Porque gobernar el estado de México requiere más que buenas intenciones.
