Durante el pasado temblor quedó de manifiesto que dirigentes y miembros de la clase política de este país se creen dueños del presupuesto público y que su solidaridad con el pueblo mexicano es inexistente.
Por un lado, los representantes de los partidos se cuestionan la donación de la totalidad de los recursos destinados a sus organizaciones políticas olvidando que se trata de dinero público recaudado a través de los impuestos.
Por el otro lado, los legisladores federales se rebaten dar dinero de su salario para apoyar a damnificados y obras de reconstrucción. En tanto que gobernantes, como Miguel Mancera, gobernador de la Ciudad de México, destinan mil pesos de sus ingresos a las labores de auxilio.
La postura de los políticos mexicanos ante la desgracia ha sido arrogante y egoísta. Demostraron que no dan ni un peso o el peso que les sobra por sus gobernados en situación de emergencia al tiempo que se permiten amasar el dinero de las arcas públicas como propio. ¿Cómo respondemos a esta acción?, ¿borrón y cuenta nueva?