El bullying al gobierno

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Apenas el lunes el presidente Enrique Peña Nieto se quejó de “condenas”, “críticas” y “bullying” al trabajo de las instituciones y, al otro día, en un acto oficial, dio la bienvenida al presidente de Paraguay cuando se trataba del presidente de Uruguay.

Alrededor de estos hechos, habría que considerar en primer lugar que pareciera que el presidente mexicano no está dispuesto a aceptar que los comentarios, juicios o análisis no son a las instituciones como tal sino a quienes las encabezan y conducen y en las que está incluido él.

En segundo lugar, que las condenas, críticas y supuesto bullying se fundamentan en la percepción pero también la realidad de que el gobierno a su cargo es ineficaz y de ahí la exigencia de resultados para que se cumpla con la obligación asumida.

A lo anterior se añade que las acciones del presidente ya han trascendido al plano personal. Si bien no hay que descartar la presencia de estrés, cansancio, falta de concentración o preocupaciones, como factores humanos en la comisión de desaciertos o errores, en su caso aparentan estar asociados más con falta de respeto y credibilidad y traspasan su investidura de presidente con críticas e incluso burlas.

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